Los estudiantes de primer semestre,
podríamos decir que en los diversos
programas de la Universidad de San Buenaventura, seccional Cali, experimentan un fuerte
cambio en los ritmos cotidianos de vida y en el seno mismo de la vida académica
desde el momento que llegan a la universidad. Para un número significativo de
ellos, la experiencia de primer semestre es vivida como un proceso de
acoplamiento y de inserción, a menudo traumático, a un mundo nuevo que comporta
una variante de cosas y situaciones a las que
antes no podían acceder o estar en posesión de ellas: realizar salidas por
diversos motivos, obtener mayor permisividad por parte de los padres; permitírseles
trasnochos en el rigor de las obligaciones y de otro tipo, reuniones para
socializar, nuevos amigos, etc. En ocasiones, por no decir que de manera generalizada, este mundo se
presenta distante y distinto al vivido en el bachillerato.
En el caso específico de estudiantes
que llegan de otras regiones del país e incluso del extranjero, la experiencia
novedosa de la vida universitaria aparece en medio de considerables contrastes,
que van desde satisfacciones de variada
índole, pasando por serias dificultades en la socialización con los pares,
dificultades en el aprendizaje y en la interiorización de nuevos métodos de
estudio hasta la interacción con una cultura distinta que implica apropiarse de
nuevos códigos lingüísticos, aprender a manejar los tiempos académicos e
incorporarse en nuevos sistemas relacionales con costumbres, prácticas y
tradiciones diferentes.
Ante este panorama la Universidad San
Buenaventura, seccional Cali y, particularmente, su Centro interdisciplinario de
estudios humanísticos, CIDEH, proponen la cátedra Proyecto de vida, constituida en espacio dialógico y de
interacción para el estudiante que llega por primera vez a nuestra institución
y susceptible, por tanto, de atravesar por experiencias significativas que
hacen, en mayor o menor medida, difícil su estancia en la Universidad.
De esta forma, como espacio dialógico
que es, los docentes hemos sido testigos semestre a semestre de las
experiencias significativas narradas por los propios estudiantes, cuyo acto
rememorativo pone de manifiesto y da convicción en torno a la importancia de
asumir las responsabilidades que implica el rol de estudiante universitario y
asimilar de la mejor forma posible el salto trascendental que significa venir del
bachillerato a la universidad.
De otra parte, como espacio de la
interacción, significa reconocerse miembro de una comunidad que lo acoge en su
dimensión de ser en formación y, a la vez, como parte de una generación con
compromisos y responsabilidades que lo dignifican en su situación esencial para
la sociedad. En este sentido, nos esforzamos en reconocer sus situaciones
particulares y trabajamos a lo largo de los periodos académicos en las
demandas que se requieran en su devenir en la vida universitaria. Dichas
demandas las agrupamos en los siguientes órdenes:
* Académico: relacionarse de
forma distinta con el ejercicio de la lectura, aprender a estudiar materias de
gran rigor como Pre-calculo y lógica, reaprender a escribir o apenas comenzar a
hacerlo.
* Métodos de Estudio: Realizar
modificaciones a los métodos de estudio utilizados en el colegio, tener en
cuenta sus propios ritmos de vida, e incorporar nuevos hábitos.
* Comunicación y Apoyo: Socializar con
nuevas personas de diferentes culturas, etnias, ideologías, gustos,
cosmovisiones, encontrar nuevos grupos y hacer
parte de ellos, etc.
* Aspectos Vocacionales: Adentrarse en
el mundo de la carrera elegida y, si bien es cierto que algunos hayan mostrado
cierta indecisión en la elección realizada, llevarlos a construir vocación comprometiéndose
con la continuidad y con las exigencias de cada asignatura.
* Prestigio: en torno a la carrera
elegida, en cuyo caso la elección implica confrontar las diferentes creencias y
representaciones sociales o estigmatizaciones sobre los programas que estudian
frente a otros estudiantes de otras carreras.
* Mismidad: Asumirse y hacerse
responsable de sí mismo: sus reacciones, elecciones, decisiones y actitudes
entre otros.
Así, cada estudiante se encuentra en un
momento dado en una u otra de estas circunstancias desde que ingresa y aunque
parezca una situación intrascendente, precisamente por ser aún un ser en
formación, las repercusiones de esta etapa pueden ser tales que harán parte de un todo
que a su vez irán constituyendo en él una peculiar forma de estar en la
Universidad e, incluso, incidiendo posteriormente en la vida profesional,
familiar y social; en el ejercicio de su ciudadanía y en su quehacer como
sujeto depositario de moralidad, espiritualidad e intelectualidad.
Aunque Proyecto de vida es un espacio
creado para analizar todas aquellas vicisitudes de la vida universitaria, y
permitir pensar en el propio accionar de los y las jóvenes universitarios(as),
en la vida universitaria, es necesario que el Alma Máter, como ámbito de un sistema
educativo pero también del bienestar universitario, brinde la comprensión y
estrategias necesarias para que el estudiante logre sus metas académicas, yendo
más allá del escueto referente que tradicionalmente se ha tenido del estudiante;
a saber, ponderarlo sólo como sujeto de un rendimiento académico; una especie
de ente académico estratificado en
términos de excelencia o deficiencia ante lo cual no se admite ninguna excusa.
Adelino Braz, en su conferencia Bordieu
y la Educación argumenta algo que está en este orden de
cosas:
“El proceso de
educación lo que tiene que hacer es brindar las herramientas para la adaptación
a ese nuevo mundo académico. Pero en realidad, lo que ocurre es que en vez de
adaptarme, lo que hace es confirmarme mi desadaptación. ¿Por qué? Porque el
capital con el que llegan no es suficiente, para adaptarse”.[1]:
Es importante que la universidad
direccione su atención a la experiencia de acople a la vida universitaria de
nuestros primíparos, pues si bien algunos llegan con los mínimos para
sobrevivir en la academia, otros al menos lo intentan con lo que tienen a su
alcance y hasta logran buenos desempeños; asimismo, hay quienes probarán
“suerte” para redefinir si la elección que han tomado en conjunto con su grupo familiar,
es la más acertada. En todo caso, Proyecto de vida asume esa realidad ubicada
en las márgenes de la ponderación del rendimiento académico para encontrarse con
otras situaciones de la existencia del estudiante universitario y que en la
actualidad influyen significativamente en su estar y su quehacer en la
Universidad.
Para terminar retomamos la reflexión
del grupo Universidad y Culturas de la Universidad del Valle en torno al autor
Jerome Bruner a propósito de su libro The Culture of Education, Harvard
University Press, 1996 (p. 36 y 37), (traducido inadecuadamente con el título La
Educación Puerta de la Cultura)[2] y en la que dicho autor afirma que la
educación debe contribuir a que el estudiante adquiera, gracias a su trabajo de
formación y al empeño en transformarse, un sentimiento de la valía de sí. No se
trata de una vanidad surgida del nuevo rol de estudiante universitario, sino
del valor que se ha demostrado a sí mismo al asumir los retos y vencerlos.
Proyecto de Vida es, por tanto, una
cátedra fundamental propuesta por el CIDEH que apunta hacia esto que pone de
manifiesto Bruner, en cada una de nuestras sesiones, en cada encuentros con los
estudiantes, en cada asesoría, en los seguimientos, etc. y esperamos contagiar
los diversos programas, con el acto singular de sus cátedras y el noble
ejercicio de sus docentes y directivos, en este propósito formativo.
[1] Adelino Braz. Ph.D.
en Filosofía. Agregado de Cooperación Educativa Embajada de Francia. Texto
Expositivo: Bourdieu y la Educación. Conferencia ofrecida a los estudiantes de
la Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle. 2009.
[2] Argumentación
elaborada desde el grupo Universidad y Culturas acerca de la conferencia de
Adelino Braz sobre Bourdieu y la Educación.